Hoy es un día tranquilo. Teníamos varios planes en la recámara pero al final hemos terminando desechándolos todos, y aferrándonos solamente a unas pautas concretas. Yo quería tocar la guitarra, así que necesitábamos un sitio mágico y tranquilo. Menos es más, especialmente cuando se trata de disfrutar de paz y el intento de música que soy capaz de crear. Ella quería hacer fotos, y francamente, cualquier rincón que tenemos al alcance es perfecto para fotografiar. Aragón está repleto de magia y mística, como Bécquer se aseguró de contar al mundo entero. Con todo esto y algunas cosas más en mente, nuestro destino estaba claro: Añón.
Dejamos el coche a la entrada del pueblo para poder disfrutar del calor que ofrecen sus calles; de las vistas tan increíbles que hay sea cual sea el lugar al que mires; para poder respirar el aire puro que Moncayo regala; para poder encontrar nuestro lugar. Atravesamos el pueblo, él con la guitarra a cuestas; y yo fotografiando cualquier detalle que me movilice por dentro.
Gnomos decorativos, ventanas cubiertas por la ilusión de quien los colocó ahí. Sombreros naranjas y verdes nos cuidan las espaldas a cada paso que damos. Los dejamos atrás, pero no nos alejamos demasiado de esa sensación; la seguridad.
Seguimos subiendo, la música comienza a pesar; no queda demasiado tiempo para que encontremos nuestro lugar perfecto. Árboles, pájaros, las Peñas de Herrera, nuestros sueños despertando. El castillo está muy cerca, las campanas aceleran nuestro pulso. Nos sentamos.
Yo leo mientras él improvisa melodías. Cuando el arte llama a tu puerta, hay que abrirle. Hay que dejarle salir. Bueno, en realidad hay que dejarle entrar. Dejarle entrar y convertirse en un vehículo a su servicio. Expresar conceptos que sean capaces de llegar a lo más profundo de las almas que lo aprecien. El arte es magia. Es misterio. Es calor y frío. Es capaz de hacer que el cuerpo no sienta el frío que lo atenaza. Es capaz de hacer reír a quién no para de llorar, y de hacer llorar a quién se considera insensible. El arte es...
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
(Bécquer - Rima LIII)
En el majestuoso conjunto de la creación,
nada hay que me conmueva tan
hondamente,
que acaricie mi espíritu y de vuelo
desusado a mi fantasía
como la luz apacible
y desmayada de la luna.“
Bécquer - Rayo de Luna
Como hemos dicho, las calles están llenas de secretos y de historias que, quizá un día, sean contadas en este blog. Sin embargo, no se queda atrás su entorno. Las cuevas de Añón, las aguas que bajan del Moncayo, los bosques que están cambiando de color. Bécquer lo sabía, escribía sobre todas estas cosas mientras su hermano las plasmaba en sus lienzos. Maravilloso arte, que inmortaliza lo que las retinas fotografían.
Para que veáis de lo que hablamos, queremos dejar aquí algunas imágenes que nos han cautivado. Que han hecho que queramos volver una y otra vez a respirar la paz que este lugar nos ha regalado.
El colegio donde tantos niños han crecido.
Las inigualables Peñas de Herrera.
Como es costumbre en nuestros viajes, al llegar a Tarazona hemos parado en el Bar "El Cultural" y hemos disfrutado de un café ecológico y un batido de vainilla, al mismo tiempo que hemos llenado nuestra mente de nuevas historias. Desde ahí os estamos escribiendo, mientras escuchamos música de Nigeria y pedimos un nuevo café.
Esperamos que os haya gustado, y que visitéis Añón del Moncayo, para que comprobéis que es un lugar que os cambiará la vida, y la forma de afrontarla. Viajad todo lo que podáis, a través de libros; a otro país o al pueblo de al lado. Salid y tomad el aire; respirad... solo tenemos una vida, y si no la vivimos ahora... ¿Cuándo?
