Vozmediano es un pueblo perdido en la niebla del Moncayo, y lo ha sido especialmente esta tarde cuando hemos ido a visitarlo. Sorprendidos por una repentina (vale, quizá no muy sorprendidos porque veíamos las nubes desde casa) tromba de agua, hemos paseado por sus calles y recorrido sus recovecos más insólitos. Y bajado casi todas las cuestas, pese al alto riesgo de caída que conlleva el pavimento mojado. El castillo, pese a estar en ruinas, como podéis observar en estas instantáneas, es una preciosidad, y nos deja el recuerdo de un tiempo lejano lleno de peligros.
El sol, queriendo iluminar el camino que debíamos seguir, cegaba nuestros pasos y reflejaba un gran arcoíris que parecía salir del interior del castillo, oculto tras el polvo de los años y entre las piedras que lo conforman. Al pasear a su sombra, entre las calles del pueblo o incluso viéndolo en la lejanía no puedes dejar de preguntarte qué tipo de historias se habrán vivido aquí en el pasado.
La magia de estos pueblos, que cada vez están mas despoblados, es que en cada rincón puedes encontrar algo que merezca la pena ser inmortalizado. Hoy, hemos tenido la suerte de estar acompañados por un sonido que, si te dejabas llevar por la imaginación, parecía el grito de las brujas pidiéndonos auxilio y, durante todo el camino, los árboles parecían abrazarse para protegerse del viento.
La belleza está en cada parte, solo tienes que querer verla.
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